EL DESAFÍO DE ARACNE
Hace mucho tiempo existió un país llamado Lidia.
Lidia era único por la púrpura, que la hacía un extraño
molusco, y con la que se teñían los mejores tejidos, que quedaban preciosos.
Un hombre llamado Idmón tenía una vista aguda y veía la
púrpura entre la arena. Idmón era viudo, pero tenía una hija llamada Aracne.
Aracne tejía las mejores telas, así que se atrevió a decir que era mejor que la
diosa Atenea.
(Dibujo realizado por Cristina Sánchez) |
Atenea, cuando se enteró de lo dicho, se transformó en una
viejecita y fue a casa de Aracne. Aracne dijo otra vez que era mejor que
Atenea. En ese momento, Atenea volvió a su forma normal y las dos comenzaron a
competir. Empezaron a mover sus manos con habilidad y rapidez. Atenea bordó un
tapiz con un dibujo que exaltaba el poder de los dioses. En cambio, Aracne
presentó en su velo lo peor de los dioses. Al terminar, Atenea, de envidia, se
lanzó sobre la tela de Aracne, la rompió y tiró la lanzadera a la cabeza de la
joven.
Aracne se dio cuenta de su fallo y quiso morir. Por eso se
colgó de una cuerda del cuello. Atenea dijo que había que castigarla, pero no
con la muerte, porque era demasiado duro. Así que Atenea le echó un polvo
mágico y la convirtió en un pequeño insecto, y la cuerda se convirtió en un finísimo
hilo que le salía del vientre.
Y así, Aracne se pasó el resto de su vida tramando finísimas
redes en los rincones.
Autora: Letitia Voicu - 5º B
me alegro que por fin me colgarás algo en el blog
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